No sos vos. Soy yo, el líder.


Durante años he visto que se repite el mismo patrón:

  • Líderes frustrados con la “falta de compromiso” de sus equipos.
  • Gerentes decepcionados por la alta rotación.
  • Jefes que no logran “alinear” al equipo con los objetivos.

Y entonces se buscan culpables afuera:

  • “El talento joven no aguanta nada”,
  • “La gente ya no quiere trabajar”,
  • “Otro que no encajó con la cultura”.

Pero... ¿y si el problema no fueran ellos? ¿Y si el verdadero cuello de botella estuviera más arriba? ¿Y si el problema... fueras vos?

Si, lo sé. Es incómodo de decir, y más aún, de escuchar. Pero muchas veces, cuando un equipo está desmotivado, lo que está fallando no es la actitud de las personas. Es la estructura, la cultura... y el liderazgo.

Aquí tienes 20 señales que indican que tus empleados no son el problema. Puede que el problema seas vos, con tu estilo de liderazgo:

  1. Microgestionas cada tarea: Contratas adultos pero los tratas como si necesitaran permiso para respirar. El resultado: matas la motivación.
  2. Das instrucciones vagas y luego te enojas por los resultados: Leer la mente no es parte del job description. La claridad no es opcional.
  3. Te atribuís los logros, pero culpas a otros por los errores. El liderazgo real implica hacerse cargo de las dos caras de la moneda.
  4. Esperas disponibilidad 24/7 sin compensación adicional. El balance vida-trabajo no es un beneficio. Es un derecho básico.
  5. Solo das feedback en las evaluaciones anuales. ¿Esperar 12 meses para corregir el rumbo? Mejor preparate para el choque.
  6. Tenés favoritismos evidentes. Nada corroe más la moral que ver al preferido brillar, aunque no lo merezca.
  7. Prometes desarrollo que nunca llega. Generar falsas expectativas es más tóxico que no prometer nada.
  8. Cambias las prioridades cada semana. Eso no es flexibilidad. Es caos. Y el caos cansa.
  9. No entregas las herramientas necesarias. No puedes exigir resultados si no das los medios adecuados.
  10. Rechazas ideas sin explicar por qué. Cuando no hay espacio para opinar, tampoco hay lugar para innovar.
  11. Hablas mal de algunos empleados con otros empleados. ¿Queres generar confianza? Empieza por dejar el chisme.
  12. Pones plazos imposibles y te sorprende la baja calidad. La presión constante no es sinónimo de excelencia. Es receta para el burnout.
  13. Comunicas cambios a último minuto. Las sorpresas son buenas en los cumpleaños. No en los proyectos.
  14. Exigis perfección pero no la reflejas. El clásico “haz lo que digo, no lo que hago” ya no va más.
  15. Ignoras el comportamiento tóxico si trae resultados. Un “top performer” que intoxica al equipo... no es un activo. Es una bomba de tiempo.
  16. No invertis en capacitación, pero reclamas habilidades. En un mundo que cambia rápido, el aprendizaje no es opcional.
  17. Tomas decisiones sin consultar a quienes ejecutan. El conocimiento está en todos lados. Ignorarlo es diseñar desde la torre de marfil.
  18. Cancelas reuniones uno a uno con tu gente, pero nunca con clientes. Tus prioridades quedan claras... y el equipo también lo nota.
  19. Ignoras los aciertos, pero amplificas los errores. Lo que se reconoce, se repite. Lo que se castiga, se oculta.
  20. Contratas talento… y luego no confías en él. ¿Para qué invertis en personas si no vas a permitirles actuar?

La verdad incómoda, es que la gente no deja a las empresas. Renuncia a los malos jefes. Deja culturas donde no puede crecer, confiar ni aportar.

Este post no busca culparte. Busca invitarte a reflexionar. Porque liderar también es tener el coraje de mirarse al espejo y preguntarse:

- ¿Estoy siendo el líder que este equipo necesita hoy?

¿Qué señal te resuena más? ¿Hay alguna que hayas superado como líder?

Conversemos !


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